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River Plate gana el clásico argentino

Ganó el que lo quiso ganar. El que lo fue a buscar. El que pensó más en el arco rival que en el propio. El que no especuló. El que impuso las condiciones desde el minuto inicial. El que intentó ser protagonista con la pelota… El fútbol no siempre es justo pero esta vez fue merecido premio para este River que no es una maravilla ni mucho menos pero que le alcanzó con su voracidad ofensiva y su actitud ganadora para imponerse ante un Boca apático, apichonado y con un más que polémico planteo de Gago: se sintió inferior desde antes de jugar y no se la jugó cuando el partido lo exigía. El ejemplo más claro fue el cambio de lateral por lateral (Saracchi por Blanco) faltando cuatro minutos para el final.

Pasan los años, pasan los jugadores pero la intensidad para atacar made in Gallardo perdura inalterable en el tiempo. Aunque esa intensidad a veces se confunda con vértigo y el equipo choque más de lo que juegue, River va. Siempre va. Y así arrancó el superclásico. Salió a pasar por arriba a un Boca timorato, tibio… muy defensivo.

Ante el planteo mezquino de Gago, un 5-4-1 para tratar de no perder (Palacios se movió más como volante que delantero), Gallardo le opuso un ataque incesante, con Montiel y Acuña subiendo por las bandas para obligar a Belmonte y a Zenón a ensancharse y cubrir los costados. Colidio fijaba a Advíncula y a Battaglia. Mastantuono, del otro lado, a Costa y Blanco. Driussi flotaba por adentro.

Galoppo buscaba atacar el espacio por dentro y Castaño oficiaba de lanzador. El problema es que había dominio geográfico, táctico y emocional pero faltaba mayor juego asociado, profundidad y finalización.

El golazo de Mastantuono de tiro libre rompió con ese bloque bajo xeneize pero no rompió con lo que era hasta ahí el desarrollo del partido. Pareció que Boca no se enteró que perdía porque mantuvo su postura de jugar lejos de Armani, con Merentiel disfrazado de llanero solitario. Los laterales no se soltaban para desarmar la línea de cinco y sólo Zenón miraba con ganas el arco de enfrente cuando recibía la pelota.

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