Indiana Pacers: ¿La mejor defensa que ha visto la NBA?
El viejo axioma del deporte americano dice que las defensas ganan campeonatos. Como mínimo, nadie gana un campeonato sin una buena defensa. Spoelstra la ha construido en Miami a partir de las particularidades de su plantilla y de una asfixiante presión exterior a las líneas de pase para robar y correr. Su equipo es imparable en transición pero sufre más en el juego en estático. Un talón de Aquiles que ha ayudado a corregir la constante progresión como jugador de LeBron James (más tiro, más juego al poste: más recursos). Pero todavía un quebradero de cabeza especialmente cuando aparece en el horizonte Indiana Pacers. Si no sucede nada extraordinario, Pacers y Heat deberían la próxima final del Este. Después del opresivo 4-2 de las semifinales de 2013 y del milimétrico 4-3 de la final de 2013. Y quizá esta vez, así sería si la temporada terminara hoy, con ventaja de campo para Indiana en su cubil del Bankers Life Fieldhouse.
Así que una sombra amenaza, de verdad, el ‘threepeat’ de Miami. La sombra inacabable de los 218 centímetros de Roy Hibbert, el ancla del bulldozer amurallado que es la defensa de Indiana Pacers. Ahora mismo la mejor de la liga, por números también una de las mejores de siempre, un implacable silenciador de rivales que algunos en Estados Unidos lanzan a la comparación con epítomes de la excelencia defensiva como los Chicago Bears que rastrillaron la NFL en 1985 (198 puntos permitidos). Muchas veces se disparan comparaciones con la historia a la ligera y se dejan hipérboles que el paso del tiempo convierte en polvo. Pero no parece el caso de unos Pacers cuya defensa, y lo dicen los números, sí está ya a la altura de las mejores que ha habido en la NBA.
La construcción de estos Pacers, trabajo de Larry Bird que ahora ribetea Kevin Pritchard, tiene dos puntos decisivos: el culminante es la salida de Jim O’Brien y al ascenso definitivo a entrenador principal de Frank Vogel en 2011. Anterior y seminal es el traspaso, poco antes del draft de 2008, de Jermaine O ‘Neal a Toronto Raptors a cambio de Nesterovic, TJ Ford y un pick 17 que acabó siendo, en ese draft, Roy Hibbert, el gigante de Georgetown al que su agente(David Falk) sostuvo hasta ese inesperado puesto 17 después de productivas reuniones con Larry Bird. Hibbert fue al despacho de Bird a dejarle claro que quería a Vogel en lugar de O’Brien (“Coach Frank Is The Guy”). No en vano y desde 2009 Vogel, como asistente y especialista defensivo, había iniciado en un millón de entrenamientos la transformación de Hibbert, del rookie timorato que lideró la NBA en personales por minuto al pívot infranqueable para el que todos buscan antídoto. LeBron James incluido.
Hibbert es la perfecta metáfora de lo que ha sido este proyecto de Indiana: crecimiento constante, desarrollo de jugadores más allá de sus límites sospechados. Hibbert fue número 17 del draft, Stephenson 40 y Paul George, 10. El pívot de origen jamaicano (y madre de Trinidad y 1’85) y más de 225 centímetros de envergadura, viaja en las giras del equipo con un colchón hinchable gigante que echa al suelo para dormir en él y con la aplicación de móvil Pzizz, que le ayuda a combatir el insomnio. Con 27 años espera su cantada primera designación como Mejor Defensor de la temporada y espera sobre todo la revancha con Miami, que sólo ha podido superar a Indiana cuando él ha estado en el banquillo, por acumulación de faltas o por puro agotamiento. Hibbert ahora hace menos personales con más minutos en pista, ha adelgazado 14 kilos (de 127 a 113) y se ha convertido en infranqueable en cuanto ha dejado de salir de forma obsesiva a todos los tapones y ha empezado a utilizar, bajo la batuta de Vogel, el salto vertical y las posibilidades que ofrece a un jugador como él. Reta al atacante, salta estómago con estómago con él y, con los brazos sobre un posible lanzamiento, su tamaño y los resquicios del reglamento hacen el resto. Resultado: a Hibbert sólo le atacan en el aro 9’3 veces por partido y deja a sus rivales en un 41% en esas zonas a priori de máxima eficacia. Una barbaridad.
El crecimiento de Indiana en estas dos últimas temporadas le ha hecho pasar de parecer la némesis de Miami Heat a serlo de prácticamente todos los equipos de la NBA. Por el desarrollo individual y colectivo de un quinteto en el que todos están entre los mejores defensores en su puesto (Hill, Stephenson, George, West, Hibbert) y porque los suplentes actuales son mejores en ese aspecto que los de temporadas anteriores (un recuperado Granger al frente de la segunda unidad). Así que no sólo resulta casi imposible hacer puntos a los Pacers cerca del aro sino que ni siquiera es fácil llegar hasta ahí: Stephenson, Hill y George son excelentes defensores de perímetro, tanto sobre el jugador con balón como en la recuperación rápida en las ayudas para corregir vías de aguas tras bloqueos. El resultado es un muro de músculo en movimiento sincronizado, una pesadilla que (otra vez) apunta a Miami Heat: Stephenson y George son de los pocos defensores que pueden trabajar uno contra uno sobre Wade y LeBron. Y para colmo: Hibbert. Los rivales se agarran a una especie de bomba en la media distancia, un tiro por elevación también llamado teardrop que también está perfeccionando LeBron. Los números del Rey avalan a Indiana: en las dos últimas temporadas, rematadas con anillo, ha tirado un 31% de sus tiros cerca del aro. Ese dato se reduce al 20% si se miden sus duelos directos con los Pacers. En la presente temporada ha anotado seis puntos por debajo de su media y bajado un 11% sus porcentajes en sus partidos contra Indiana.
Hibbert aprendió esos principios del salto vertical defensivo (verticality principles) viendo vídeos de Dwight Howard en las finales de 2011. Vídeos y más vídeos: después memorizó los movimientos ofensivos de LeBron, de Carmelo Anthony… de todos. Aprendió como contrarrestarlos, al menos como minimizarlos. El otrora timorato rookie es ahora el jefe de una defensa carnívora: “Traed hacia mi a vuestros emparejamientos que yo me ocuparé de ellos”. Un nexo de confianza con sus compañeros que fluye como una sinergia perfecta. Lo dice George Hill: “En pista notas que Roy asusta a los rivales, les hace pensárselo dos veces antes de hacer cada jugada”.
Así que Indiana es la mejor defensa de la actual NBA. Pero vuelvo a la pregunta, ¿es de forma legítima una de las mejores de la historia? Parece que sí por los números y por las enormes diferencias que amasa con respecto a sus perseguidores. En lo que va de temporada, los Pacers (máximo o mínimo, según el caso) lideran todas estas estadísticas:
– Puntos permitidos al rival por partido (90’5)
– Margen de puntos a favor (8’2)
– Puntos del rival en la pintura (35’1)
– Asistencias permitidas al rival (17’6)
– Asistencias del rival por cada pérdida de balón (1’2)
– Porcentaje del rival en tiros de campo (41%)
– Números de tiros del rival por partido (34’1)
– Triples que anota el rival por partido (6’1)
– Porcentaje de rebotes de ataque concedido en su aro (22’7%)
– Porcentaje del rival en tiros a dos metros o menos del aro (51’7%)
Además son cuartos en tapones (5’7, 2’5 de Hibbert) y sólo novenos en número de personales realizadas por partido (20). Los 90’5 puntos por partido que encajan mejoran las cifras de Bulls (92’3) o Grizzlies (94’5), equipos que juegan a un ritmo muy bajo y de posesiones muy controladas. Para buscar un medidor más fiable y objetivo, se acude al rating defensivo que mide los puntos permitidos por cada 100 posesiones del rival. Así está esa tabla, en la que se aprecian las enormes diferencias entre los Pacers y el resto de defensas de elite de la liga:
Pacers (93’6)
Bulls (97’8)
Thunder (99’3)
Warriors (99’5)
Spurs (100’4)
Ese rating es definitivo a la hora de comparar a estos Pacers con otros grandes equipos defensivos de la historia. Ninguno está por delante desde la unión de NBA y ABA y desde que existe el tiro de tres puntos (1979/80). Antes hay ratings menores pero en ligas con promedios generales también muchísimo más bajos. Ese rating, otra vez, descubre que algunos excelentes equipos defensores lo eran, pero no tanto: el equipo que menos puntos por partido ha permitido fueron los Hawks de la temporada 1998/99: 83’4. Pero fue en año de lockout en el que todos los equipos tardaron en coger ritmo de competición hasta el punto de que sólo dos concedieron más de 100 puntos de media por partido. Ahora mismo hay en la liga 17 que superan esa cifra. Esos Hawks liderados atrás por Mutombo (31-19 en temporada reducida, barridos en segunda ronda de playoffs por los Knicks) no están entre los cinco mejores de siempre por rating, todos por detrás de los actuales Pacers:
San Antonio Spurs en la 2003/04: 94’1
San Antonio Spurs 1998/99: 95
Detroit Pistons 2003/04: 95’4
Denver Nuggets 1976/77: 96’1
Phoenix Suns 1977/78: 97
A los dos últimos les benefició además jugar todavía sin tiros de tres puntos. Así que una última medición aún más afinada ha cruzado esos ratings con la media de la liga en esa categoría y en la temporada correspondiente. El resultado arroja este cuarteto y por este orden:
Indiana Pacers 2013/14
Detroit Pistons 2003/04
San Antonio Spurs 1998/99
San Antonio Spurs 2003/04
Las estadísticas avanzadas, por lo tanto, defienden el valor histórico de la defensa de estos Pacers que ahora van a por el anillo y que son notablemente mejores que en la 2012/13 (96’9 de rating). La lista superior deja una enseñanza clara: aquellos Pistons fueron campeones a costa de los Lakers de Kobe, O’Neal, Malone y Payton. Los Spurs también ganaron el título en 1999 aunque no el 2004 piston (cayeron ante Lakers, 4-2 en semifinales del Oeste). Así que sí, las defensas ganan campeonatos y sí, estos Pacers tienen en su mano dinamitar, o al menos poner en punto y aparte, el reinado de Miami Heat.
Los rivales buscan formas de superarles y estas desde luego pasan por correr, intentar jugar en transición rápida a pesar de que los Pacers también son buenos en el repliegue y cometen pocos errores en ataque. Y buscar ataques poco convencionales con soluciones distintas tras los bloqueos e inicio de jugadas desde los laterales y no desde la blindada zona central. Se trata de sortear a Stephenson y George y de minimizar al actual Hibbert, más lígero y con mayor movilidad lateral, atacándole por la zona débil de su gigantesca cobertura de la zona. Miami tiene armas para aplicar estas fórmulas. Y tiene a LeBron. Pero la batalla que se avecina promete ser cruenta, un reto gigantesco si además el Bankers Life Fieldhouse acaba teniendo la llave diferencial del factor cancha. Una pista que resuena, a la espera de la hora de la verdad que comenzará el 19 de abril, con un eco incesante que recorre las vértebras de la liga: “Beat the Heat, Beat the Heat…”.