Gasol: 1000 partidos en la NBA del ‘hombre del Renacimiento’
Durante tres lustros, el gran hito del baloncesto español en esa cima casi inalcanzable que suponía la NBA era la maltraída aventura de Fernando Martín, un pionero que no se entendió con Portland Trail Blazers (curiosamente, fue el primero pero no el último) y que sólo estuvo en Estados Unidos una temporada, la 1986/87, en la que jugó 24 partidos para un total de 146 minutos en los que sumó 22 puntos y 28 rebotes. A los problemas de adaptación se sumaron una artroscopia y una fractura de nariz. Así que nada fue demasiado bien… pero un español había jugado en la NBA. Desde entonces la gran liga se ha hecho internacional y multicolor y el baloncesto español ha alcanzado casi cualquier hito, salvo el oro olímpico (a cambio, dos platas seguidas), a partir de la generación de los Juniors de Oro de 1980. Ya son doce los españoles que han pasado por la NBA pero hay uno, precisamente uno de esos chicos de oro del Mundial junior de Lisboa 99, que ha superado todas las fronteras que durante mucho tiempo parecieron inalcanzables: Pau Gasol Sáez (6 de julio de 1980), que alcanzó en el triunfo de los Lakers en Portland su partido 1000 en la NBA. Una trayectoria de, por ahora, más de doce años que ha visto dos anillos, cuatro nominaciones para el All Star y la condición de segundo máximo anotador europeo de la historia de la liga sólo por detrás, y después de superar a un pionero como Schrempf, de la gigantesca leyenda de Dirk Nowtizki.
En el Moda Center de los Blazers, Gasol jugó su partido 895 de Regular Season, a los que suma 105 de playoffs. Los números abruman: en Temporada Regular Gasol lleva 16.396 puntos, 8.254 rebotes, 2.947 asistencias, 1.468 tapones y 6.239 canastas (38 de ellas, triples). En playoffs, 1801+1014+362+196+696 canastas. ¿Qué significa eso? Que ahora mismo el español tiene unos promedios totales, sumando todos los días buenos y malos en tantos años, de 18’3 puntos y 9’2 rebotes (2’7 de ataque), 3’3 asistencias, 1’6 tarpones, 51’5% en tiros de campo y casi 36 minutos de media por partido. En eliminatorias por el título, 17’2+9’7+3’4+1’9 con, otra vez, un 51’5%. Por el camino, más murallas derribadas y más sueños cumplidos: Rookie del Año en 2002, una vez en el Segundo Mejor Equipo de la Temporada (2011), dos en el tercero (2009, 2010), cuatro All Star (2006, 2009, 2010, 2011: en ellos promedió 19 minutos, más de 11 puntos y 8 rebotes). Y, por supuesto, dos anillos de campeón (2009, 2010) logrados en uno de los equipos más emblemáticos del mundo del deporte, Los Angeles Lakers, y con el indiscutible rol de segundo jugador más importante del equipo, por detrás de Kobe Bryant y a las órdenes de uno de los mejores entrenadores de siempre, si no el mejor: Phil Jackson. El propio ‘Maestro Zen’ ha escrito y dicho de él que era “un hombre del Renacimiento”, “un jugador demasiado bueno” o “un hijo al que adoptaría y abrazaría”. ¿Kobe? Se ha hartado de alabar dentro y fuera de la pista a uno de los mejores compañeros que ha tenido: “Si pudiera elegir a mi hermano, sería Pau Gasol. Buscas y rebuscas y no encuentras muchos jugadores en la historia con la suma de virtudes que tiene él”. Palabra de la Mamba Negra, otra leyenda viviente…
En este annus horribilis de los Lakers, Gasol promedia 17’2 puntos y 10 rebotes, con 25 dobles-dobles, lejos de los brutales 50 que suma ya Kevin Love, quizá el próximo gran power forward de los Lakers después de Pau. En un tiovivo de sensaciones muy relacionado con su estado físico y con los vaivenes de su ya descarrilada relación con Mike D’Antoni, sigue firmando números que le garantizan un nuevo contrato en la NBA en cuanto sea agente libre la próxima temporada: en los Lakers, que tienen sus bird rights, o seguramente en otra franquicia. El último empujón a una trayectoria que ha valido hasta ahora más de 156 millones de dólares, de los 2’9 de su primer año a los 19’2 que percibe ahora en el cierre de una extensión de tres años y 64’7 millones que le firmaron los Lakers en pleno idilio (24 de diciembre de 2009). Después llegó una quiebra afectiva que comenzó en los playoffs de 2011 (0-4 contra Dallas en segunda ronda de unas eliminatorias en las que Gasol naufragó con 13 puntos y apenas un 42% de acierto en diez partidos). Desde entonces, rumores en cascada y negociaciones que no fructificaron. Sólo una: la que le enviaba a Houston Rockets en la operación que acababa con Chris Paul en los Lakers y que vetó la NBA. Fue en diciembre de 2011, después de los anillos y en el arranque de la hasta ahora catastrófica era post Jackson.
Drafteado por Atlanta Hawks con el número 3 en la lotería de 2001, fue traspasado a Memphis Grizzlies (hasta ese mismo verano todavía Vancouver) junto a Brevin Knight y Lorenzen Wright a cambio de Jamaal Tinsley y Shareef Abdul Rahim. El 1 de febrero de 2008 dejó Tennessee con casi todos los récords históricos de la franquicia (puntos, rebotes, tapones…) y tres viajes a playoffs sin suerte: 0-12, ningún partido ganado ante Spurs, Suns y Mavericks. Su destino fueron los Lakers, en un trade polémico en su día porque a priori los Grizzlies no recibían nada importante a cambio. Al final, se estaban llevando los derechos de Marc Gasol, hoy jugador franquicia, junto a dos primeras rondas de draft y Kwame Brown, Javaris Crittenton y Aaron McKie. La llegada a los Lakers trajo el definitivo reconocimiento global… y también las críticas más afiladas. Para lo bueno y para lo malo, un jugador de referencia en un equipo escrutado hasta la nausea con el que jugó tres finales seguidas. Debutó el 5 de febrero de 2008 y ayudó a que los Lakers amasaran un 22-5 hasta el final de esa Regular Season, puente hacia la final perdida contra Boston Celtics. En su primera temporada completa de púrpura y oro, 2008/09, fue All Star y mejor jugador del Oeste en febrero, puerta abierta dos títulos seguidos en los que se reivindicó, bajo la tutela fundamental de Phil Jackson, contra las críticas que con mayor o menor merecimiento le han acompañado en diferentes momentos de su carrera en la NBA. La principal, la que le ha considerado un jugador blando y poco agresivo, una corriente que saltó de su última etapa en Memphis al clímax de la final perdida en 2008. Después cambió muchas opiniones con su defensa a Dwight Howard en el anillo de 2009 y con su capacidad para igualar la intensidad de Garnett y Perkins en la final de 2010, en la venganza perfecta de los Lakers escenificada en siete partidos.