La historia del Chapecoense: el club humilde que anhelaba la gloria y lo traicionó una fatalidad
El accidente del avión en el que viajaban los jugadores del Chapecoense fue un final catastrófico para un cuento de hadas. Este humilde club, que pasó de ser un ignoto club del interior a convertirse en “La Cenicienta” de Brasil, se embarcó con la ilusión de hacer historia en el fútbol sudamericano y se topó con una tragedia.
La Associação Chapecoense de Futebol nació hace tan sólo 43 años y su desarrollo fue vertiginoso: ascendió de la cuarta a la primera división en tan sólo seis años y, sin hacer milagros, estaba a punto de jugar la final de la Copa Sudamericana. Su fantástica progresión fue el resultado de una gestión prudente, sin inversiones desmedidas y sin aspirar a más de lo que se presentaba en su horizonte. Cada conquista fue el fruto de un trabajo mesurado y responsable.
El estado de Santa Catarina es una de las regiones con menos tradición futbolística de Brasil. Avaí (Florianópolis), Figueirense (Florianópolis) y
Guarani (Palhoça) son algunos de sus clubes. Todos con muy pocos hitos. Incluso, por la cercanía con Porto Alegre y ante la escasez de consagraciones de los equipos locales, Internacional y Gremio han llegado a ser muy populares.
Entre esas pequeñas entidades se encontraban el Atlético de Chapecó e Independiente Futebul Clube, que en 1973 decidieron unir fuerzas para superar una crisis deportiva e institucional, producto de que el fútbol de la zona se encontraba desorientado, prácticamente acabado.
El proyecto entusiasmo a los empresarios locales –sobre todo a los de la fuerte industria de embutidos de la ciudad– e incluso a algunos políticos. Chapecó es una localidad pequeña, pero representa una de las industrias agrícolas más importantes del país, lo que favoreció la idea de formar un nuevo equipo.
No tardó mucho en transformarse en una potencia de Santa Catarina al ganar hasta cinco títulos y llegar a la prestigiosa Serie A del torneo brasileño hacia fines de los 70. No logró consolidarse en la máxima división y vivió dos décadas dubitativas. El estancamiento en el ámbito deportivo provocó una crisis institucional que puso su futuro en la cornisa.
Luego de estar al borde de la desaparición, el Chapecoense se reinventó. El club tenía deudas irredimibles y recurrió a un cambio de nombre legal para evitar la disolución definitiva. En 2003, apoyado por más empresarios de la ciudad, puso en marcha un proceso de reconstrucción, que culminó tres años después con la conquista de la Copa Santa Catarina.
Ese título fue la piedra fundacional de la época dorada del club, en el que sumó tres de los cinco campeonatos estatales que posee. Inició un ascenso paulatino y en 2013, con solamente 40 años de existencia, regresó al Campeonato de Serie A para consolidarse como un equipo de la élite del fútbol brasileño.
Una buena actuación en la Copa de Brasil le permitió acceder a su primer torneo internacional, la Copa Sudamericana de 2015, en la que logró eliminar a Ponte Preta y Libertad de Paraguay para llegar hasta cuartos de final. Allí se topó con River Plate de la Argentina, que venía de alzarse con la Copa Libertadores de América.
La Copa Sudamericana que los ilusionó con la gloria
Este año, se convirtieron en el equipo sensación de Brasil. A falta de una jornada para acabar la Liga, alcanzaron su mejor resultado al instalarse en la novena posición de la clasificación. El último fin de semana perdieron con Palmeiras, que consiguió el título en ese encuentro, pero antes de ese partido habían vencido al San Pablo en el Arena Condá, su fortaleza.
Pero la gran gesta del elenco dirigido por Caio Júnior, el técnico motivador que formó una identidad basada en el equilibrio y la verticalidad en ataque, fue haberse clasificado para la final de la Copa Sudamericana, donde enfrentarían al poderoso Atlético Nacional.
Con figuras como Cleber Santana, Thiego, Ananias y Bruno Rangel, la mayoría proveniente de clubes grandes de Brasil donde no tenían mucho protagonismo, eliminaron en la primera ronda a Cuiabá. Luego llegó el punto de inflexión de la campaña, en los octavos de final ante Independiente de la Argentina, donde el portero Danilo se convirtió en el héroe en la definición por penales.
Luego eliminaron al Junior de Barranquilla colombiano, y su última víctima fue San Lorenzo de la Argentina en semifinales, tras empatar 1-1 en Buenos Aires y mantener su valla invicta en el Arena Condá, donde en dos campañas internacionales todavía no conoce la derrota.
El último peldaño para alcanzar la gloria era enfrentar a Atlético Nacional de Medellín, actual emperador del fútbol sudamericano por haber ganado hace pocos meses la Copa Libertadores.