Edwards: “Beenhakker fue la inspiración del sueño trinitense de 2006”
Carlos Edwards, de 37 años, continúa en activo, en el Millwall, y nos habla desde su casa de Inglaterra, con las voces y el ruido intermitente que hacen sus hijas como telón de fondo. Pero nuestra conversación gira en torno a 2006, y sus recuerdos pronto echan a volar, llevándolo primero a Puerto España, más tarde a Riffa y posteriormente a Dortmund, Núremberg y Kaiserslautern.
“En la vida hay cosas que uno sabe que no olvidará nunca. Para mí una de ellas fue ese Mundial, la trayectoria completa. Y debo decir que no me da la impresión de que hayan pasado diez años. Todavía lo tengo muy fresco”.
Ese fue el trayecto, grabado para siempre en su mente, que recorrió Trinidad y Tobago en su primera y, hasta la fecha, única participación en la Copa Mundial de la FIFA™. El país caribeño aún sigue siendo, a día de hoy, el más pequeño que haya actuado nunca en el torneo. Sin embargo, aunque la experiencia siga evocando imágenes de felicidad —“todo fue fantástico, de verdad”—, Edwards recuerda que el camino hacia Alemania no resultó precisamente un paseo.
“Habíamos sumado un punto en tres partidos y todo apuntaba a que íbamos a quedar eliminados otra vez. Pero luego, por suerte para nosotros, la Asociación tomó una decisión que lo cambió todo”.
Esa decisión, cuando Trinidad y Tobago no había ganado un solo encuentro y acababa de ser goleada por Guatemala (5-1), consistió en nombrar seleccionador al carismático neerlandés Leo Beenhakker. En opinión de Edwards, esa designación fue mucho más significativa que cualquier cosa que ocurriese antes o después.
“Sin el señor Beenhakker no habríamos llegado al Mundial de ninguna manera”, sentencia. “Recuerdo que la primera vez que mencionaron su nombre yo no tenía ni idea de quién era. Pero luego vi la talla de los equipos que había entrenado y enseguida pensé ‘vale, estamos en buenas manos’. Y así fue. Para mí, lo tenía todo como técnico. Jugar a sus órdenes fue un privilegio. Él marcó la diferencia por completo”.