Kalou: “Drogba y Eto’o llevaron nuestro fútbol más allá de sus límites”
La especialidad de Salomon Kalou es marcar goles, algo que saben los hinchas del Feyenoord, su primer club en Europa, el Chelsea, el Lille o su equipo actual, el Hertha de Berlín. Pero detrás del prolífico romperredes se oculta un apasionado que, a sus 29 años, tiene nostalgia de las Copas Africanas de Naciones que seguía con sus amigos en su país, que se presentó con la cámara fotográfica colgada del cuello en su llegada al Chelsea, que colecciona las camisetas de los rivales a los que se enfrenta y que habla con humor o seriedad, pero siempre con sinceridad, de los brujos en el fútbol africano o de la guerra civil en Costa de Marfil.
Salomon, Costa de Marfil está a punto de estrenarse en la CAN 2015. ¿Qué ambiente suele imperar en los barrios marfileños antes de este torneo?
Es toda una preparación. La gente no hace más que hablar del tema, nos reunimos y comprobamos la conexión de la televisión. Decoramos las casas. Y todo el mundo viste capas naranjas, o camisetas naranjas. Siempre hacemos todo lo que podemos desde casa para empujar a nuestro país hacia la victoria. Es una gran fiesta, se ve a todo el mundo por las calles de naranja, blanco y verde, se organizan veladas para ver los partidos juntos, hay fiestas, música… En cierto modo, siempre que se acerca la competición es como un gran carnaval en todo el país.
Y ahora que usted está en el equipo, ¿ese entusiasmo no ha desaparecido en parte?
Sí, lo echo mucho de menos. Cuando uno se convierte en futbolista profesional, pierde un poco esa pasión, se ve el torneo de otra manera, al estar concentrados y tener otros objetivos. Se pierde el aspecto jovial y festivo de la CAN, lo único que apetece es empezar a jugar, y esperamos a que comience la competición. Cuando uno es hincha, vive esa pasión, ve cómo la temperatura va en aumento poco a poco hasta el saque inicial del primer partido, y luego se vive cada segundo de la competición de manera apasionada. Me encantaba ese ambiente.
En el Grupo D, les esperan Guinea, Malí y Camerún. En ese tercer partido, no estarán Didier Drogba ni Samuel Eto’o, que ya se han retirado de la selección. Es como un Real Madrid-Barcelona sin Messi y sin Cristiano Ronaldo…
(Risas) Sí, claro que puede describirse así, ¡es difícil de imaginar! Pero es como si imaginásemos hace unos años un Barça sin Ronaldinho y un Real Madrid sin Zidane. Y hoy están Messi y Cristiano Ronaldo. En los grandes equipos siempre habrá jugadores que tomen el relevo. Aunque las dos selecciones van a echar muchísimo de menos a Didier y a Samuel, un Costa de Marfil-Camerún siempre es un gran partido, y no es cosa de ayer. Hay una gran rivalidad, y continúa incluso después de la marcha de estos dos grandes jugadores.
¿Drogba y Eto’o han sido los modelos de toda una generación de niños africanos?
Estos dos jugadores han llevado al fútbol africano más allá de sus límites. Hoy en día, Eto’o y Drogba no representan solamente a Costa de Marfil o a Camerún, representan el éxito de todo un continente, han servido de ejemplo a jóvenes de toda África, y no sólo en el fútbol. Que hayan triunfado con sus países, y también en los grandes clubes por los que han pasado, nos ha abierto puertas. Gracias a ellos, cuando un futbolista africano llega a un club, se le respeta más. Han mostrado el mejor ejemplo de lo que se puede esperar de un jugador africano.
Usted jugó seis temporadas en el Chelsea, sin llegar a ser nunca titular indiscutible. ¿Habría tenido una carrera mejor siendo titular en un club más pequeño, en lugar de suplente en uno grande?
Llegué al Chelsea muy joven, tenía 20 años, y en el equipo había grandes jugadores, con mucha calidad y experiencia, que llevaban allí mucho tiempo. Aprendí con ellos en el día a día, me ayudaron a progresar. Pero también gané títulos, ¡y sin quedarme en el banco de reservas! Marqué 60 goles en seis años. Para alguien que era joven y no era titular, me parece que son unas buenas cifras… Quedarme seis años en un club así, que tenía recursos y que podía comprar cada año a dos grandes delanteros, y conseguir hacerme un hueco siempre, es algo de lo que estoy orgulloso, y que me hizo madurar.
Se rumorea que llegó con una cámara de fotos a su primer entrenamiento en el Chelsea…
(Risas) ¡Ah, no! ¡No fue así! Llegué y nos íbamos a una concentración a Estados Unidos. Yo nunca había ido, era mi primera vez, íbamos a Los Ángeles, y me llevé la cámara. Así que la gente lo tergiversó, se dijo que había llegado con una cámara para sacar fotos con los grandes jugadores, y se metieron conmigo por eso. ¡Pero yo ya conocía bien a un futbolista de la talla de Didier, o a otros, antes de fichar por el Chelsea! Así que fue sólo para sacar fotos y llevarme recuerdos de Estados Unidos. ¡Hay que sacar la verdad a la luz! (risas)
Desde agosto de 2014 juega en el Hertha de Berlín. ¿Qué balance hace de su primera parte de temporada en la “liga de los campeones del mundo”?
Es una liga de alto nivel, creo que tiene el mismo nivel que la española. Pero, en mi opinión, la inglesa está un peldaño por encima, porque hay varios equipos que luchan en la parte alta de la tabla, mientras que en Alemania el Bayern de Múnich, con los jugadores y los medios de que dispone, es claro dominador. Pero, detrás de él, el nivel general es muy alto, los estadios están llenos, y se practica un juego abierto, así que un delantero puede marcar muchos goles.
Yo llegué a finales de agosto, con la temporada ya empezada, y únicamente llevo tres meses completos en el club. No he jugado mucho, sólo siete partidos como titular, pero he marcado cinco goles. Y con la fase previa de la CAN y ahora el torneo, ¡tengo la impresión de que he pasado más tiempo en la selección que en mi club! Así que en realidad no he tenido aún tiempo de asentarme. Pero cada año de Copa Africana de Naciones, cuando un jugador cambia de club suele ser así.
¿La permanencia es un objetivo adecuado para usted, que siempre ha jugado en la zona alta de la clasificación?
Es el objetivo del club, así que es el mío al 100%. Estoy aquí para ayudar al club a alcanzarlo. No me molesta ayudar al club a conseguir la permanencia, aunque está claro que cuando uno ha estado en lo más alto siempre quiere mantenerse en ese nivel. Pero se hará poco a poco. Ésta es una campaña de transición, y la próxima temporada el club y yo tendremos otros objetivos.
¿Qué recuerdos materiales conserva de su carrera?
Colecciono las camisetas que intercambio con los rivales, y me quedo con algunos balones. Tengo el de la final de la Liga de Campeones, el balón con el que marqué tres goles en los Países Bajos, el de los tres goles en Inglaterra, y el de los tres goles en Francia. ¡Ahora espero el del partido en el que marque tres goles en Alemania! (risas) Pero, de todos mis objetos, el más preciado es la camiseta que le cambié a Messi en los Juegos Olímpicos de 2008, cuando jugamos contra Argentina. Es el que tiene más valor, porque en aquella época él vestía el dorsal número 15. Ahora juega con el 10, y se hace raro ver una camiseta con el nombre de Messi y otro número estampado. ¡Es un objeto de coleccionista!
Visto desde Europa, los hechizos, los talismanes o los brujos no se toman muy en serio. ¿Eso forma parte del día a día en África, en el fútbol en particular?
Sí, por supuesto, eso existe, es una parte importante de nuestra cultura, y, como es lógico, ocupa un lugar importante en el fútbol. Es evidente que hay gente que cree en ello más que otra. Pero todo el mundo tiene sus creencias. Al jugar en Europa, con toda la organización y la profesionalización, que no deja ningún detalle al azar, pierde parte de su importancia. Porque, a pesar de todas las creencias y las supersticiones, cuando se logra competir al más alto nivel durante toda una carrera el único criterio que cuenta es el trabajo. Lo único que puede conducir a eso es el trabajo. Cuando uno se esfuerza, progresa. Si dejamos de esforzarnos, ningún talismán conseguirá que progresemos. Los hechizos y las creencias son muy importantes, sí, pero el mejor talismán es el trabajo…
Hay muchos jugadores africanos que compiten en Europa mientras sus países están o han estado en guerra. ¿Cómo se vive el día a día de esta situación, por la que usted pasó con Costa de Marfil?
Es evidente que resulta complicado concentrarse sabiendo que la familia está allá, y estamos separados, sin noticias. En 2011, mis hermanas y mi madre pudieron refugiarse en Togo, pero estuve varios días sin tener noticias de mi padre. Estamos todo el tiempo pegados al teléfono para intentar tener noticias. Da miedo, y aunque todo vaya bien con el club uno no puede alegrarse cuando su familia y su país están sufriendo. Vestir la camiseta de los Elefantes entraña una gran responsabilidad, porque sabemos que el fútbol tiene una fuerza muy importante para lograr la paz y la reconciliación. Hay muchas cosas que nos dividen, y el fútbol es una de las pocas que unen a todos los marfileños. Así que vestir esta camiseta es un honor y una responsabilidad. El fútbol es mucho más que un deporte, es una representación del país. Si lo hacemos bien seremos queridos y respetados. Pero tiene doble filo, si no sale bien…