La revancha de Lorenzo
Ver para creer… Veinte vueltas a Silverstone, 118 kilómetros, y todo se decide en tres curvas. Si bueno fue aquel duelo de 1979 entre Roberts y Sheene, del que todavía hoy se habla en esta zona, extraordinario también resultó el que ofrecieron Lorenzo y Márquez, con un final que se recordará pasadas las décadas. Venció Jorge, que lo necesitaba como el comer, y cayó Marc, pero vendiendo todo lo caro que se puede vender una derrota, si es que en realidad lo fue, porque el ilerdense le metió cuatro puntos más a Pedrosa y se va más líder de lo que vino, con 30 sobre su compañero y 39 sobre el de Yamaha.
De entrada hay que el pequeño genio supo perder, porque no dudó en aplaudir a su verdugo a pie de podio y abrazarse a él tras lo vivido. Sabía bien que al menos lo intentó y con ese segundo minimizó los daños de una jornada que pudo ser desastrosa para él…
Se cayó en el warm up y lo peor no fueron los dos puntos de sanción que le metieron en el carnet por puntos. Eso sí, el líder de MotoGP deberá tener cuidado, porque dos más le obligarían a salir último en una parrilla (siete obligan a salir desde el pit lane y diez a una carrera de suspensión). La sanción vino porque no aflojó la marcha con las banderas amarillas en pista por la caída de Crutchlow, con tan mala suerte que se cayó en el mismo punto y a punto estuvo de impactar en su arrastrón contra los comisarios de pista y el propio Cal. Luego aseguró que no vio las banderas, consciente de que lo importante fue que la lesión sufrida resultó menos grave de lo que pareció en un principio. Se temía por una fractura de clavícula, pero quedó en una subluxación. Hombro izquierdo dislocado en vez de roto, así que presencia a carrera con infiltración.
Una vez apagados los semáforos, la salida meteórica de Lorenzo sólo fue contrarrestada por Márquez, marchándose ambos con facilidad del grupo. En él quedó atrapado Pedrosa y cuando por fin se puso tercero, en la vuelta cuatro, aún le quedaba recortar los 2.3 segundos que le sacaba el dúo de cabeza. Dani lo hizo con relativa facilidad, pero luego no fue capaz siquiera de meterles rueda, así que quedó como testigo de excepción del trepidante final entre Lorenzo y Márquez.
El de Honda adelantó al de Yamaha a tres vueltas del final, en la última frenada. Parecía que se escaparía como otras veces, pero no, su rival le aguantó la rueda y le devolvió la maniobra una vuelta después, en la curva ocho. A la última se llegó con Lorenzo por delante y Márquez al acecho, intentando de nuevo, y con éxito, la pasada en la frenada de la curva dieciséis. Ahí sí que todo parecía escrito, pero el campeón, con casta de ídem, se inventó un interior de derechas en la penúltima curva, haciéndose sitio casi donde no lo había. Fue similar al que le hizo a Pedrosa en Mugello antes de escaparse. Y fue, sobre todo, el de la venganza por la afrenta de Jerez, donde Márquez le robó la cartera con toque incluido, el del desquite por la pole perdida el sábado y el que le ha hecho recuperar la tan necesaria mirada del tigre.