Lakers: 9 de 14 para evitar su peor campaña en Los Ángeles
Misión casi imposible. Los Lakers, estos desastrosos Lakers (22-46), tienen que ganar 9 de los 14 partidos de liga regular que les quedan para no firmar la peor campaña de su historia desde que la franquicia reside en Los Ángeles: el 30-52 de 1974-75. El peso de una histórica vergüenza se cierne sobre Mike D’Antoni, Pau Gasol, Steve Nash y compañía. Y teniendo en cuenta su actual trayectoria, se hace muy difícil pensar que los actuales Lakers puedan evitar la infamia de no superar o siquiera alcanzar esas 30 victorias.
¿Por qué? Porque no han sido capaces de enlazar más de tres en lo que va de temporada y sólo han ganado un partido de los ocho últimos. Además, su camino hacia la salvación de la honra no es fácil: aún deben enfrentarse, entre otros, a Knicks, Suns, Blazers, Mavericks, Clippers, Rockets, Warriors, Grizzlies y Spurs, casi nada salvo que alguno de estos equipos llegue a su cita ante los Lakers con los deberes hechos, sin objetivos. Ocho encuentros los disputarán en el Staples (sin ninguna garantía de éxito) y seis fuera. Pueden perder cinco, pero se antoja hercúleo que consigan encajar sólo esas derrotas.
Si no ganaran ningún partido más, la racha actual de victorias de los de púrpura y oro (22) sería la segunda peor de la historia de la franquicia tanto en Minneapolis como en Los Ángeles. En la ciudad que ahora alberga a los Wolves, los Lakers de Vern Mikkelsen completaron la más nefasta: 19-53 en 1957-58. Dos temporadas después, con Elgin Baylor, se quedaron en 25-50.
Y ya en Los Ángeles, en la campaña 1974-75, llegó la marca que ahora amenazan seriamente con superar los Lakers 2013-14. Fue un año de transición, posterior a la retiradas del propio Baylor, Wilt Chamberlain y Jerry West, y a la salida de Jim Cleamons; y previo a la llegada de un tal Lewis Alcindor Jr., conocido como Kareem Abdul-Jabbar, que lo cambiaría todo. El líder del equipo era Jim Price, Connie Hawkins estaba en el ocaso de su carrera y Pat Riley jugador daba el callo. El entrenador, Bill Sharman, un all star cuatro veces campeón con los Celtics de corto, había llevado al título a los Lakers ya como técnico en 1972, con la mencionada constelación de estrellas.
Ahora, los dirigentes angelinos y el técnico Mike D’Antoni podrán quejarse de no haber podido contar con Kobe Bryant la mayoría de la temporada, casi igual que les ha ocurrido con Steve Nash, y de haber sufrido una tremenda plaga de lesiones. Pero, pese al intento fallido de reunir un big four con Bryant, Nash, Howard y Gasol la pasada Liga, en la planta noble las cosas se están haciendo mal desde hace tiempo y urgen soluciones para que la segunda franquicia más laureada de la historia de la NBA (16 títulos y 15 subcampeonatos) deje de arrastrarse por la canchas y de protagonizar marcas negativas.