Los ‘gordos’ del fútbol
Ronaldo Nazario
El delantero brasileño Ronaldo Nazario sufrió de hipotiroidismo, un problema en la glándula tiroides que explica sus graves problemas de peso. Éstos se hicieron muy patentes durante su último año en el Real Madrid, equipo en el que llegó a anotar 104 goles en 177 partidos oficiales. Pese a su particular guerra con la báscula, el ‘Fenómeno’ se erigió en uno de los mejores delanteros de la historia del fútbol. Tras colgar las botas en febrero de 2011, afirmó a finales de 2012 que estaba emocionalmente “derrotado” por las dificultades que le causaba su exceso de kilos.
El húngaro Ferenc Puskas aterrizó en el Real Madrid, procedente del Honved de Budapest, con 31 años y 12 kilos de más. En Chamartín lució una prominente barriga que no le impidió dejar una huella imborrable entre los aficionados merengues. Se convirtió en uno de los delanteros más grandes de la historia. Jamás necesitó una dieta adecuada para convertirse en una auténtica leyenda. Como delantero rompió todos los récords de anotación, ganándose el apodo de ‘Pancho’ o ‘Cañoncito pum’. En el equipo blanco anotó la friolera de 242 goles en 262 encuentros oficiales. Conquistó tres Copas de Europa, cinco Liga, una Copa de España, una Copa Intercontinental y cuatro Trofeos Pichichi.
Diego Armando Maradona, el que muchos consideran el mejor futbolista de todos los tiempos, lució problemas de sobrepeso durante su etapa como jugador. Pese a su figura, la estética de sus movimientos siempre fue exquisita. El gran ídolo del fútbol argentino se convirtió en un fuera de serie dentro de los terrenos de juego. Sus reconocidos problemas con las drogas terminaron con una triunfal trayectoria futbolística que bien pudo alcanzar más logros. Diego finalizó su carrera defendiendo los colores deBoca Juniors. Nuevamente el dar positivo en un control antidopaje le quitó la posibilidad de seguir paseando su excelso fútbol.
Antonio Cassano aterrizó en el Real Madrid a los 23 años dispuesto a convertirse en el referente que muchos veían en él. Cuajó un par de buenas actuaciones y dejó destellos de su calidad, pero se terminó diluyendo perdido por la fiesta y la comida, muy pasado de kilos. “Tenía un amigo camarero. Su misión era llevarme tres o cuatro ‘croissants’ tras haber realizado el amor. Me los llevaba a la escalera, yo acompañaba a la chica y hacíamos en cambio: él se llevaba a la ‘tipa’, y yo me hinchaba de ‘croissants’. Sexo y comida, la noche perfecta”, resumió el delantero italiano en su libro libro autobiográfico publicado en 2008.