Mandela, el político que utilizó el rugby para unir un país
Nelson Mandela será siempre recordado no sólo por el gran estadista que fue y por cómo consiguió que la transición del Apartheid hacia un sistema democrático se llevase a cabo de forma pacífica en Sudáfrica, por entonces ‘el país más dividido del mundo’… sino como el político que supo utilizar un deporte como el rugby para llevar a cabo semejante hazaña.
Y es que el Campeonato del Mundo del deporte del balón oval que se celebró en Sudáfrica en 1995 tenía lugar en un país cuya mayoría negra aborrecía a los ‘Springboks’, la selección nacional de rugby, porque representaba a la minoría blanca que dominaba la nación de forma tiránica, y que además tenía en el fútbol a su deporte nacional.
Sin embargo, ‘Madiba’, como familiarmente se conocía a Mandela, el hombre que siempre buscaba amigos incluso entre sus enemigos, supo ganarse para la causa a los jugadores de una selección en la que sólo había un jugador negro, el ala Chester Williams, y con ellos a una nación, que en contra de lo que podía esperarse acabó viviendo tanto la final ante la Nueva Zelanda de Jonah Lomu como el posterior triunfo como si de una victoria propia se tratase.
Por primera vez, negros y blancos peleaban por un objetivo común. Algunos incluso aseguran que ese fue el día más feliz en la vida de Mandela, más incluso que cuando fue liberado de la cárcel, en la que pasó ¡27 años! y de la que salió para dirigir el país.
Histórico es ya el cruce de frases entre el capitán François Pienaar y Nelson Mandela cuando el político, enfundado en una camiseta y una gorra de los ‘Springboks’, algo que hubiera sido impensable unos meses antes y por lo que fue criticado por algunos radicales de su propio partido, le entregara la Webb Ellis Cup en el Ellis Park de Johannesburgo. “Francois, gracias por lo que habéis hecho por nuestro país”, dijo Mandela… “No, señor Presidente, gracias a usted por lo que ha hecho” respondió Pieenar. Una escena que John Carlin describía años después con una expresiva comparación: “es como si Yasir Arafat hubiese entrado en un campo de rugby de Tel Aviv y todo el público corease su nombre”.
Una historia que, por cierto, queda reflejada en la película ‘Invictus’, dirigida por Clint Eastwood, basada en el libro ‘El factor humano’, del periodista inglés John Carlin. Un escritor que supo definir como pocos a Mandela cuando dijo de él que era “el genio político que logró seducir incluso a sus enemigos”. Y es que en la seducción, más que en ningún otra virtud, es donde basó Mandela su complicado tránsito de la cárcel a la presidencia de un país con muchos obstáculos y muchos factores en contra de un futuro pacífico.