McCarthy: “El Mundial la hacen los hinchas”
En su etapa como futbolista, Mick McCarthy sumó 57 convocatorias con la República de Irlanda, incluyendo su participación en la Copa Mundial de la FIFA Italia 1990™. En 1996 sucedió a Jack Charlton al frente de la selección, y ocupó el cargo durante ocho años y medio.
Irlanda disputó 68 partidos bajo su batuta, y podría decirse que su principal logro fue clasificar al equipo para Corea/Japón 2002, donde cayó en octavos de final a manos de España en la tanda penal.
Alguna vez ha dicho que su primer recuerdo de la Copa Mundial se remonta a cuando tenía siete años y vio a Inglaterra ceñirse la corona en 1966, pero su primera experiencia mundialista como jugador se produjo en un encuentro de la competición preliminar de México 1986, contra Dinamarca.
Nos ganaron por 3-0 y aún tuvimos suerte. Ya se veía que iban a lograr el pase y hacer una buena Copa Mundial. Tenían en sus filas a Michael Laudrup, Preben Elkjaer y Morten Olsen. Eran geniales, sin embargo fue una gran experiencia. Disputar las eliminatorias fue toda una revelación para un chaval de Barnsley. Fuimos a jugar a Moscú, y el estadio estaba lleno de soldados. El partido se desarrolló en el más absoluto silencio, algo rarísimo, hasta que Rusia marcó, entonces el ruido fue ensordecedor.
Cuatro años después Irlanda se clasificó y quedó encuadrada en el mismo grupo que Inglaterra, Egipto y Holanda. ¿Qué destacaría de Italia 1990?
La presencia de aficionados irlandeses por todos lados, ¡nos seguían a todas partes! Pero como grupo, siempre lo aceptamos, nunca antes habíamos visto algo así. Todo era nuevo, brillante y lleno de frescura. Jack Charlton les permitía incluso presenciar nuestros entrenamientos. El ambiente era maravilloso. Teníamos mucha relación, de hecho, la afición tenía un dicho por aquella época: ‘ganamos a los ingleses 1-1, perdimos ante Egipto por 0-0 y empatamos con los holandeses 1-1’, y creo que era bastante acertado. Sea como fuere, esos resultados nos permitieron pasar a la ronda eliminatoria, lo que no hizo sino intensificar esa sensación tan mágica.
Se midieron a Rumanía en octavos y necesitaron la tanda penal para ganar. Irlanda marcó todos y cada uno de sus cinco lanzamientos, pero si hubiese sido preciso recurrir a la muerte súbita, ¿cuándo habríamos visto a Mick McCarthy?
Tendrían que haber esperado un rato, porque era uno de los últimos de la lista. Cuando era niño, lanzaba penales por diversión, aunque de profesional me di cuenta enseguida de que había otros mucho mejores que yo. No era una cuestión de agallas, eso no me suponía un problema, es que había mejores tiradores que yo en el equipo. Aun así, verlos fue angustioso, solo te queda esperar que los tuyos ganen. Fue una situación tremenda para lanzar penales y creo que ambos rivales lo hicieron muy bien al transformar nueve de diez. Por suerte, nosotros logramos uno más que ellos.
A continuación esperaba Italia en cuartos y un desplazamiento a Roma. Y también al Vaticano…
Sí, y conocí al Papa. En calidad de capitán, le entregué una camiseta y le di la mano. Fue fabuloso, y después tuvimos otra experiencia magnífica contra Italia. Mis recuerdos de aquel partido son increíblemente vívidos: el largo recorrido por el túnel del estadio Olimpico hacia el césped, y jugamos bien. Disputar ese choque fue magnífico, porque fue muy difícil, tremendamente reñido. Lamentablemente Salvatore Schillaci estaba en racha y fue decisivo. Pero nos marchamos con la cabeza muy alta, dimos lo mejor de nosotros mismos.
Como seleccionador, clasificó a Irlanda para la repesca de la Copa Mundial 2002, contra Irán, pese a que compartían grupo con Portugal y Holanda. ¿Cuáles son sus recuerdos al respecto?
Bueno, nos ganaron en el minuto 93, pero lo que destacaría es el ambiente en el estadio Azadi. Es uno de los lugares más difíciles para jugar al fútbol. Dejaron a los aficionados entrar al recinto horas antes y la atmósfera era impresionante. Si hubiésemos recibido un gol en contra en el minuto 3, podría haber sido peor. Por suerte, en Dublín pudimos suplir el resultado adverso de la ida y conseguir el billete para Corea/Japón.
La imagen más significativa de la fase de grupos es la suya con la boca abierta cuando Robbie Keane empató in extremis con Alemania.
Al principio pensé que había golpeado el poste, y no me di cuenta hasta que vi la celebración. Lo que sucedió a continuación fue la euforia absoluta. No obstante, creo que nos lo merecimos. Estuvimos muy nerviosos en los primeros 15 minutos, lo que ellos aprovecharon para marcar, y luego les plantamos cara. Improvisamos un poco en la segunda mitad con un 3-4-3, pero nuestra actuación fue maravillosa. Después de mi desencuentro con Roy Keane estábamos en el punto de mira, y todo el grupo se vio sometido a una enorme presión. El gol de Robbie supuso un alivio tremendo para todos. Derrochó carácter y espíritu de equipo.
El triunfo ante Arabia Saudí propició el pase a octavos y el duelo con España, que perdieron en la lotería de los penales. ¿Aún piensa en lo que pudo haber sido y no fue?
No, eso solo te lleva a mirar hacia atrás con amargura, así que no. Solo pienso en que fue una gran Copa Mundial y en lo que disfruté. Veo el vaso medio lleno: ¿y si no hubiésemos empatado con Alemania y Camerún? Con todo, opino que merecimos ganar, simplemente no fue nuestro día. Practicamos desde los once metros todos los días durante el certamen, incluso en esa misma portería el día antes del partido. Fue un torneo fantástico y toda una experiencia disputar una Copa Mundial en una cultura diferente. Los japoneses son unos anfitriones fenomenales.
¿Qué hace de la Copa Mundial una competición tan bonita?
Los aficionados que viajan desde los confines del mundo. Si no hiciesen, sería horrible. Cuando nuestros seguidores aparecieron en Italia 1990 vestidos de verde, blanco y naranja, con sombreros y tréboles por doquier, el ambiente era como de carnaval. Ellos hacen su papel. El fútbol sin hinchas no es nada. Y además, tiene lo mejor de lo mejor: los mejores futbolistas que se enfrentan en las mejores canchas de los mejores estadios. Esta vez me quedo con Brasil. Ningún combinado europeo ha ganado jamás en suelo americano, así que en mi opinión el vencedor será el mejor equipo sudamericano, que es Brasil. Alemania y España andarán cerca, y creo que Bélgica lo hará muy bien este año.