Messi “es el mismo de siempre” pese a la fama, dicen amigos de la infancia
“El Leo”, como llaman a Messi sus amigos en la calle Estado de Israel, en un humilde barrio obrero de Rosario, afirman que el mejor futbolista del mundo “es el mismo” al que conocen desde que la pelota le llegaba a las rodillas.
“Él viene aquí y es como siempre fue, sencillo”, afirma Diego Vallejos, compinche de Messi desde muy niños.
Para Vallejos lo único diferente “es que ahora está refuerte” físicamente, dice a la AFP al referirse al considerado mejor futbolista del mundo y cuatro veces ganador del Balón de Oro de la FIFA.
Como el resto de los argentinos, Vallejos sueña con que su país gane el Mundial de Brasil, pero su razón es más íntima que el simple orgullo nacional: “Es el único título que le falta a Leo”, dice del capitán de la albiceleste.
Los amigos de Messi en el barrio General Las Heras de Rosario (310 km al norte de Buenos Aires), extrañan a ‘La Pulga’ como a un familiar que tuvo que abandonar el país junto a sus padres y tres hermanos en medio de la debacle económica que hundió a Argentina en 2001.
Aquella crisis sometió a su familia al desempleo, y en su caso puso en peligro un tratamiento que llevaba entonces tres años contra una costosa enfermedad de crecimiento que luego pagaría el FC Barcelona, el equipo de la ciudad a la que llegaron porque se encontraba otro familiar.
“Siempre quería jugar al fútbol, pero no se fueron solo para que él jugara, había que sacar a la familia adelante”, apunta otra vecina que no quiere dar su nombre.
Los compinches que narran pasajes de su vida tienen entre 26 y 27 años, como el astro futbolero, que nació el 24 de junio de 1987.
– Amigo fiel –
“No veo a Leo desde el Fin de Año (2013-2014) que lo celebramos en mi casa”, cuenta Vallejos, en la esquina de la casa 575 de la familia Messi, separada a dos puertas de la suya.
Desde que Messi dejó Rosario con 13 años se esmeró en alimentar sus relaciones más importantes con llamadas, cartas, emailes y por WhatsApp con aquellos amigos que dejó en su cuadra, en su escuela y también con quienes saboreó los primeros triunfos en las infantiles de Newell’s, el club de Rosario donde comenzó su leyenda.
Vallejos, empleado en una empresa de neumáticos, asegura que “nunca hablamos de fútbol”.
“Más bien nos mandamos chistes, fotos de Thiago (hijo de Messi)”, dice recordando la despedida “con gaseosas y dulces” que le organizaron en la calle cuando partió a España.
Relata que “cuando recién se fue lo llamábamos para cantarle cumpleaños y también nos escribimos unas cuantas cartas con esa letra ‘pedorra’ (desagradable) que teníamos de chicos”.
“Pero después se fue haciendo más difícil, hasta le piratearon cuentas, así que lo vemos cuando viene”, revela Cintia Arellano, que “era la inseparable de Leo” desde pequeños, según afirmaron a la AFP las maestras de primaria en la “Escuela No 66 Gral.Las Heras”.
“Somos amigos, pero ya no hablamos por teléfono”, dice Arellano, hoy maestra de Educación Especial, que con su familia son allegados de los Messi.
Cintia y Diego afirman que no asocian a su amigo con la estrella que ven en los medios.
“Para mí es como si no fuese la misma persona. Es algo que no lo puedo creer”, apunta Cintia y coincide con otros vecinos al afirmar que la fama no cambió ni un ápice a él ni a su familia.
– “La pelota lo transformaba” –
Para Mónica Dómina, Messi “siempre fue un niño menudito, tan tímido que daban ganas de apretujarlo”, contó a la AFP esta docente jubilada de 57 años, que le dio clases entre primer y cuarto grado.
Todavía hoy Dómina tiene la convicción que “algunas tareas se las hacía Cintia, porque era como la madre a la que Leo buscaba en clases con la mirada para pedir ayuda y aprobación”.
“Algunas tareas le hice”, confiesa a carcajadas Cintia sobre Leo, cuyas respectivas madres eran amigas antes de que nacieran.
Las maestras recuerdan que Cintia y el mundo dejaban de existir para Lionel cuando llegaba el recreo.
“Iba directo a jugar fútbol, la pelota lo transformaba”, cuenta Dómina, que como la mayoría de los entrevistados participó en un documental sobre la vida de Messi que prepara el cineasta español Alex de la Iglesia con guión del exfutbolista argentino-español Jorge Valdano.
Andrea Sosa, otra de sus maestras, de 47 años, asegura que “era un niño muy respetado por sus compañeros que cumplía lo justo con las tareas”.
“Pero en el patio era claramente el líder, hasta lo buscaban de otros cursos para integrar equipos porque sabían que Leo, con sus gambitas (piernas) chiquititas, los iba a hacer ganar”, contó Sosa.
Dómina y Sosa expresan orgullo de que Messi “haya mantenido su humildad” y lo atribuyen a la madre, Celia, “que supo inculcar valores muy sólidos”.
– “La Máquina 87” –
Ernesto Vecchio fue el primer entrenador de fútbol que tuvo Messi en las infantiles de Newell’s, donde “el Leo destacó desde el principio”.
“Venía con unas cualidades técnicas desde la panza”, asegura el hombre de 62 años que divide su tiempo como mecánico de autos y entrenador en la cancha de la Fundación Messi en Rosario.
“Las virtudes de Leo ningún técnico puede enseñar. Las cosas que hace en décimas de segundos en una cancha es puro creativo de él y siempre las hizo”, contó con las manos recién sacadas de un motor en reparación.
Vecchio entrenó a “La Máquina 87”, un grupo de las infantiles de Newell’s que se ganó esa denominación “porque ganó cuanto campeonato jugó”, recuerda al mencionar a Lucas Scaglia (hoy jugador del Deportivo Cali), Juan Cruz Leguizamón y Agustín Ruani, jugadores profesionales.
“Éramos buenos pero Leo era distinto, no solo porque parecía que le llegaba la pelota a las rodillas sino que siempre tuvo un nivel anormal”, dice admirado Ruani, uno de los seis amigos con los que hoy comparten en WhatsApp el grupo “La Máquina 87”.
Según Ruani, “Leo tenía una voracidad tremenda por marcar goles. Si íbamos ganando 3-0 pero él no anotaba, se enojaba”, contó.
“Todos queríamos ser grandes futbolistas pero él tenía hambre de gloria”, afirmó Ruani deseando que “Argentina gane el Mundial, por lo que significaría para él”.
En Rosario nadie duda que Messi volverá a ponerse la camiseta de Newell’s para terminar la carrera en casa. “Nunca ha dejado de ser de aquí, ni el acento perdió”, aseguran sus compinches Diego y Cintia.