Nepomnyashchy: “Lo de Camerún en Italia ’90 no fue un milagro”
El fútbol africano hizo historia en la Copa Mundial de la FIFA Italia 1990™, cuando Camerún, a las órdenes del inexperto seleccionador ruso Valery Nepomnyashchy, se convirtió en el primer equipo del continente que alcanzó los cuartos de final de la máxima competición mundial. Los Leones Indomables sorprendieron al mundo en el partido inaugural con una sensacional victoria por 1-0 sobre la defensora del título, Argentina, y continuaron con una impresionante carrera hasta cuartos de final, donde sólo la potencia de Gary Lineker desde el punto penal hizo posible el triunfo por 3-2 de Inglaterra.
El técnico de 72 años sigue activo en el fútbol. Actualmente entrena al FC Tom Tomsk, un equipo que, bajo su mando, busca el regreso a la primera división de la liga rusa. No obstante, Valery recuerda Italia 1990 como si lo hubiera vivido ayer.
Nepomnyashchy ha concedido recientemente una entrevista en la que ha declarado: “Tuve la gran suerte de estar en el lugar adecuado en el momento justo. Me encontré en un equipo con jugadores de primera clase y lo único que tuve que hacer fue aprovechar su enorme potencial”.
¿Le resultó difícil aclimatarse cuando llegó a Camerún?
La verdad es que, en un principio, me sorprendió mucho la mentalidad de los cameruneses. Yo tuve una educación muy estricta, típicamente soviética, y no podía ni imaginar que hubiera gente tan desorganizada. Continuamente me decían que de tal o cual tema hablaríamos “mañana”. ¿Mañana, pero cuándo? ¿A qué hora? No estaba acostumbrado a que nunca hubiera planes fijos.
Usted no hablaba francés, ¿quién le hacía de intérprete?
Mi traductor era un joven llamado Galius pero el problema era que nunca había estudiado ruso. De joven se había entrenado con el boxeador ruso Stanislav Stepashkin y por eso había aprendido palabras sueltas. Su ruso no era mejor que mi francés. Además, era un hincha apasionado, de manera que en los partidos, cuando tocaba dar órdenes a los jugadores, tenía que propinarle una patada a Galius, literalmente, para que se pusiera a trabajar. Se quedaba totalmente absorto en el juego, allí sentado con los ojos abiertos como platos. Lo llamaba a gritos: ‘Galius’, pero ni siquiera me oía.
Roger Milla marcó cuatro goles en Italia 1990. Sin embargo, llegó a la selección en el último momento. ¿Qué labor desempeñó usted en su convocatoria de regreso al equipo nacional, cuando Milla ya había cumplido los 38 años de edad?
Mi intervención fue mínima. Tras el mal rendimiento de Camerún en la Copa Africana de Naciones en marzo de 1990, los periódicos empezaron a decir machaconamente que había que convocar a Roger Milla y cambiar de seleccionador. Entonces, en la concentración que celebramos en Yugoslavia antes del Mundial, me informaron de que el presidente había pedido en nombre del país que se hiciera lo posible para que Milla jugara en Italia. Contesté que no creía que hubiera ningún problema. De manera que lo trajeron a la concentración y jugamos un partido de fogueo al día siguiente. Saltó al terreno de juego con los reservas a falta de 20 minutos para el final del encuentro y, en el primer toque, controló el balón, se impuso a dos defensas y metió un gol. Lo llamé aparte y le dije que no era preciso que siguiera sobre el terreno de juego porque ya había demostrado todo lo que tenía que demostrar. Pero Roger terminó el partido de todas formas.
Mi único mérito fue planear con Roger cómo prepararlo para la competición y cómo usarlo. Le dije que no podía jugar en la primera parte contra defensas frescas, porque acabaría agotado en 15 o 20 minutos. Me respondió: ‘Claro, míster, haré lo que usted me diga’.
El partido contra Argentina se recordará siempre como una de las campanadas más sonoras de la historia del Mundial. ¿Cuándo se dieron cuenta de que podían imponerse a los campeones del mundo y a su gran estrella, Diego Armando Maradona?
Conseguimos hacernos con una grabación de los últimos 15 minutos de una sesión de entrenamiento en la que Argentina se preparaba para el partido. Nuestros jugadores se dieron cuenta de que Maradona y los demás no se esforzaban mucho y entendieron que eso quería decir que Argentina en realidad no nos respetaba demasiado. Por consiguiente, decidimos plantearles un juego lo más físico posible.
Realmente, el partido se convirtió en una batalla campal, y dos de sus jugadores más jóvenes vieron la roja. ¿Usted influyó para que ocurriera?
Sí. Expliqué a mis jugadores que Argentina perseguía el objetivo de llegar a la final y estaba preparándose para disputar siete partidos. Por eso, quería reservarse un poco en el primer choque. Cuando vimos la preocupación en los ojos de los argentinos, supimos que podíamos ganar. No nos dejamos llevar por los nervios ni siquiera con sólo nueve hombres.
El partido de octavos de final contra Colombia (2-1) se recuerda sobre todo por aquel gol en el que Roger Milla supo aprovechar el fallo que cometió René Higuita al salir de su área. ¿Había contemplado usted la posibilidad de que el portero colombiano hiciera algo así?
No sé si me creerán pero Roger me dijo antes del partido: ‘Voy a castigar a este tipo’. Sabía cómo jugaba Higuita y esperó su oportunidad. Es una prueba más del genio de Roger. Personalmente, lo considero uno de los futbolistas más excelsos de la historia.
Estuvieron a punto de vencer a Inglaterra en cuartos de final. ¿Qué le faltó a Camerún en aquel encuentro?
Llevaré siempre conmigo la decepción de aquel partido; siento como si tuviera un puñal clavado en el corazón. Estoy convencido de que me equivoqué, porque no conseguí transmitir a los jugadores que debíamos reagruparnos y dejar de correr hacia adelante cuando el marcador estaba en 2-1. A los cameruneses les encanta atacar, pero no son demasiado aficionados a defenderse. Ninguno de nuestros dos centrales era muy rápido y Lineker se aprovechó de ello en dos ocasiones. Teníamos que haber controlado nuestros impulsos y jugar más organizados atrás.
Senegal emuló el logro de Camerún en 2002 y después lo consiguió Ghana en 2010, pero ningún equipo africano ha logrado superarlo y pasar a semifinales. ¿A qué se debe esto en su opinión?
No hay duda alguna de que los futbolistas africanos tienen mucho talento. No quiero vanagloriarme, pero había 11 jugadores profesionales en mi selección y sólo uno de ellos jugaba en la máxima división de una liga europea. El resto eran amateurs. Desde entonces, el nivel de los futbolistas africanos ha subido enormemente y, hoy en día, ejercen su oficio en todas partes. Sin embargo, todavía carecen de algo: probablemente, de disciplina.
¿La actuación de Camerún en Italia fue un milagro?
No. El potencial de los equipos africanos es muy superior a los resultados que han conseguido hasta la fecha.