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Ramiro Brushi dice que la afición olimpista lo aprecia mucho

Ramiro-Bruschi_bigphoto_homearticleTacuarembó, Uruguay, lo vio nacer en 1981 y apenas cinco años después vería como uno de sus hijos empezaría a divertirse con la redonda y a forjarse una carrera que ha estado llena de éxitos.

“Mis inicios fueron difíciles, con cinco años empecé a jugar en el Baby Fútbol, gracias a mi hermano mayor que fue el que me alentó para ir a jugar, entonces hice todo ese proceso y la verdad que desde allí he hecho todo un trajín bárbaro para jugar al fútbol.

¿Hubo un momento en que dudó de llegar al fútbol profesional? No, nunca dudé de mis capacidades, traté de confiar siempre en mí mismo y lograr cosas importantes para mí y para mi familia, porque la verdad que quiero que mi familia se sienta orgullosa de mí.

Rápido, ágil y escurridizo, tal como se presentó en aquella memorable semifinal ante Motagua en el Clausura 2007/08, Ramiro Brushi ha tenido que escalar con mucha fortaleza para llegar a formarse un nombre en Olimpia.

El hecho de debutar a los 18 años en el equipo de su ciudad natal, el haber vestido la camisa del Carbonero y el llegar al equipo más ganador de Honduras lo hace sentirse prácticamente realizado en una carrera, que como todo en la vida, también tiene sus desventajas.

¿Qué tanto le molestan las críticas de la prensa? No, no me molesta nada, las críticas son normales, cada quien tiene sus opiniones, alguna vez sí molesta que maltraten al jugador, pero es el trabajo de los medios y cada quien tiene su forma de pensar, como yo tengo la mía. ¿Cuál es el cuestionamiento que más recuerda? Fueron muchas, hay varias, pero no me acuerdo porque trato de cerrar el libro y pasar la página. No es que me molesta tanto a mí, sino que es feo para mi familia también porque en Uruguay se miran los periódicos y que digan esto y lo otro incomoda, pero, bueno… Eso también me motiva a seguir trabajando más fuerte y tratar de demostrarle mi calidad a esa gente y tratar de callar bocas, con goles y entrega, que es lo principal.

Más allá de eso, Ramiro se queda con las numerables sonrisas que le ha dado su carrera y con la muestras de cariño que constantemente le exterioriza la hinchada en las calles. Es de los más asediados por la afición olimpista ¿Qué le dice eso? Eso significa que estoy haciendo las cosas bien, que me he entregado al máximo en el equipo, que juego con el corazón y trato de sudar la camisa al máximo como siempre lo he hecho. Gracias a Dios las cosas me han salido bien acá en este equipo; los técnicos me han dado la confianza, me he ganado la gente, porque la afición me aprecia mucho.

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