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Real Madrid perdona la goleada al Osasuna

1389296505_647386_1389301980_album_grandeEl Real Madrid dio un buen paso hacia los cuartos de Copa, pero no el paso decisivo. Ganó el partido con dos goles y mantuvo su puerta a cero, pero dejó la sensación de que Osasuna puede dar guerra en El Sadar. Una idea potenciada también por el cuadro navarro, que firmó en Chamartín una actuación seria, que pudo brindarle incluso un resultado mejor. Lo impidió un Madrid que funcionó a ratos, y que acabó el partido consciente de que le queda faena en Pamplona.

Osasuna planteó un dilema que el Madrid tuvo problemas en descifrar. Quizá tuvo que ver el nuevo dibujo dispuesto por Ancelotti un 4-4-2 para acabó juntando a mucha gente por el centro: Modric, Bale, Benzema, Cristiano… El luso fue quien peor se adaptó al nuevo dibujo. Con razón no le gusta jugar de ‘9’, o de ‘9,5’. Sabe ‘que es mucho más difícil de defender cuando juega pegado a la izquierda.

Esa posición la ocupó Jesé, recurrente buena noticia en los plomizos últimos partidos del Madrid. El canario volvió a aportar desborde, frescura, desparpajo y, sobre todo, abrió el campo, algo muy necesario ante el dispositivo defensivo ideado por Javi Gracia. Su tanto cerró el marcador, que no la eliminatoria, en un error de Patxi Puñal en la salida del balón. Fue la única ocasión en la que la presión alta, la apuesta defensiva más clara de Ancelotti, dio frutos. Aunque fue un demérito rival más que un mérito propio, se trata de unos de esos regalos que el Madrid no perdona.

En la segunda mitad se elevó el tono de los blancos, tras un primer tiempo en el que sólo el cabezazo de Benzema marcó diferencias entre los dos equipos. Osasuna también dispuso de ocasiones (dos de Oier y una de Cejudo), pero las desaprovechó. Se defendió con orden y, superada la primera línea de presión blanca, transitó con mucha facilidad hasta zonas de peligro. Le faltó definición, pero vivió muchos minutos lejos de su área. Por eso regresa a Pamplona herido, pero vivo.

Por el Madrid, aparte de Jesé, algo de Modric, que sigue siendo uno de los jugadores referencia del equipo. Y, en el segundo tiempo, de Bale, que se hizo más visible cuando se pegó a la línea de cal. Pero, en líneas generales, partido poco brillante de los blancos, que sólo apretaron de firme tras el 2-0, cuando Cristiano creyó que podían sentenciar el cruce en Madrid. No lo hicieron, y por eso deberán viajar a Pamplona con las orejas tiesas. El 2-0 puede ser suficiente, pero El Sadar es siempre una plaza dura para los blancos.

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