Un empate del Barcelona que deja muchas dudas
El Barça sale de Milán con una noticia buena y una mala. La buena es que tras el empate en Italia, tiene la clasificación para los octavos de final al alcance de la mano, la mala es que llega al Clásico del sábado dejando un mar de dudas. Lo que no carburó ante Osasuna, siguió sin carburar ante un Milán en franca decadencia. A los italianos les bastó un primer cuarto de hora de orgullo para adelantarse en el marcador y desnudar las carencias del equipo de Martino cuando toca que correr hacia atrás.
En ese inicio de partido, Robinho y Kaká reverdecieron laureles y pusieron en jaque a la defensa culé. Los aficionados barcelonistas asistían atónitos al espectáculo pensando que si éstos dos les deshacían las costuras, qué podrían hacerles el sábado Cristiano Ronaldo y compañía.
Con el 1-0 a su favor, al Milán se le abrieron las puertas del cielo. Ya estaba justificado el estacionamiento del autocar delante de la portería de Amelia. El Barça, lento, torpón, pesado y espeso, no daba con la tecla para abrir la defensa lombrada. Únicamente Busquets, sublime en el robo del balón y en el adelantamiento de la línea de presión, mantenía el tipo. Fue a raíz de un robo de balón del de Badía tras una mala salida de Zapata, cuando Sergio habilitó a Iniesta, que asistió a Messi, quien a falta de chispa solventó la acción con una genialidad. El empate estaba servido y quedaba una hora de partido.
Una hora en la que el Milán resistió sin demasiados agobios el plúmbeo dominio barcelonista. Alguna ocasión tuvo el Barça, pero nunca dio la sensación de ahogar a los locales, que por el contrario, trataban de sacar petróleo en sus contras. Al final, entre que unos no querían y los otros no sabían, todos dieron por bueno el empate. Pero las dudas para el sábado cada vez son mayores en el bando barcelonista.