Zidane, el genio que enamoró Madrid y Turín
No son muchos, pero sí son grandes los jugadores con el privilegio de vestir las camisetas de los clubes más exitosos de España e Italia. Fabio Cannavaro, Michael Laudrup y Gonzalo Higuaín están en esa lista, pero nadie destacó tanto con Real Madrid y Juventus como Zinedine Zidane.
Futbolista de clase inigualable, elegancia exquisita y temperamento caliente, a Zizou le quedó pequeña la Liga de Francia y fue la Vecchia Signora la que puso sus ojos y el dinero de por medio para ficharle procedente del Girondins de Bordeaux en la temporada 1996-97.
Zidane no demoró mucho para poner de manifiesto todas sus cualidades. En su primera campaña en Italia ganó la Serie A, la Copa Intercontinental y la Supercopa de Europa. Fueron cinco años en Turín en los que, además de lo logrado en su temporada de debut, también sumó otra Liga, una Supercopa de Italia y una Intertoto.
Un exitoso paso del galo, pero la gloria continental se le negaba. Fue uno de los pilares de la Juventus que llegó a la final de la UEFA Champions League en 1997-98, pero quedó corto en Amsterdam frente al club que irónicamente lo catapultaría al olimpo del futbol.
Real Madrid comenzaba a vivir la época de los Galácticos con el fichaje de Luis Figo procedente de FC Barcelona, pero el presidente Florentino Pérez quería al mejor jugador del planeta, y ese era el ganador del Balón de Oro en 1998 y 2000.
El 10 de julio de 2001, y después de pagar lo que entonces fue una cifra récord de más de 70 millones de euros, Real Madrid presentó a Zinedine Zidane con el dorsal “5”, número inusual para uno de los últimos grandes “10” de la historia que llegaba no solo con los blasones italianos, sino también con la etiqueta de campeón del Mundial 1998 y la Eurocopa 2000.
La afición blanca le acogió desde el primer minuto y Zizou no tardó en corresponderles con actuaciones mágicas, detalles artísticos y genialidades que derivaron en títulos, pero la máxima obra de arte llegaría justo al final de esa primera temporada.
Se jugaba la final de la Champions League en Glasgow, Escocia, entre los Merengues y el Bayer Leverkusen. Partido empatado 1-1 en el que corría el agregado del primer tiempo. Un pelotazo de Santiago Solari fue rescatado por Roberto Carlos, quien tiró una “piedra” que Zidane convirtió en escultura. Cuarenta y cinco minutos después conquistaba el único trofeo que le hacía falta, ese por el que decidió ir a Madrid.
Vestido de blanco fueron seis campeonatos: una Liga, dos Supercopas de España, una Supercopa de Europa, una Copa Intercontinental y la Novena Orejona.
El 2006 marcó el final de su carrera como jugador, pero nació entonces la “cosquilla” de llegar a los banquillos.
Trabajó con las filiales madridistas por años hasta que Carlo Ancelotti le dio la oportunidad de ser su mano derecha en el primer equipo. En la temporada 2013-14 formó parte del cuerpo técnico que conquistó La Décima en Lisboa, pero eso no era suficiente.
Tras un breve paso de Rafa Benítez por el banquillo blanco, el 4 de enero del 2016 se nombró a Zinedine Zidane como director técnico del primer equipo, con la encomienda de sanear a un grupo roto y recuperar la fe del madridismo.
Al francés le bastaron seis meses para dejar su huella por siempre en la Casa Blanca. Dirigió al equipo a su undécima Champions League, con el respaldo y respeto de las grandes figuras como Cristiano Ronaldo y Sergio Ramos.
A año y medio de distancia, Zizou no solo presume esa Champions en su palmarés como DT Real Madrid, también el título de Liga de esta temporada, una Supercopa de Europa y el Mundial de Clubes, además de las marcas de más juegos invicto y con gol anotado.
Este sábado, Zinedine Zidane buscará acrecentar su leyenda dentro del futbol. Como jugador lo conquistó todo en Turín y Madrid; ahora como entrenador busca ser el primer bicampeón de la Champions League, aunque para alcanzar esa meta deba pasar por encima de uno de sus grandes amores.