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Otra derrota en el adiós de la Real Sociedad a la Champions

1386701251_568865_1386712492_noticia_grandeLa Real volvió a caer en su despedida en la Champions ante un Leverkusen que se vio favorecido por la derrota del Shakhtar en Leverkusen y se plantó en octavos. En realidad pudo pasar cualquier cosa, pues el encuentro fue un intercambio de golpes que favoreció al más curtido. El primer aviso serio lo dio el surcoreano Son con un lanzamiento de falta al palo de la portería defendida por Zubikarai, titular como premio generoso de Arrasate. Al menos esta vez la fortuna de la madera sonrió a los realistas, que han visto como en toda la competición la tendencia fue la contraria.

El Leverkusen daba sensación de peligro cada vez que se acercaba a los límites del área de Zubikarai. No era un dominio abrumador, pero sí intenso. Kiessling lanzó fuera cuando se quedaba sin ángulo y las únicas opciones de la Real fueron a la contra, justo como más cómodo se siente. De hecho, a Griezmann se le fue un poco largo el control tras un pase medido de Rubén Pardo y de repente se repitieron las apariciones de Vela, de Agirretxe, aunque sobre todo del rubio extremo fancés.

El partido se abrió. Zubikarai seguía sacando con esfuerzo cada balón colgado al área y también tuvo que emplearse en un par de tiros desde lejos. Se notaba quién jugaba por la clasificación y quién por el honor, aunque eso acabó nivelando mucho el duelo. La línea discontinua se mantuvo con el paso de los minutos, aunque con la diferencia de que en un córner Toprak marcó el tanto con el que los alemanes se clasificaban para octavos. El central alemán de origen turco dominó la acción a balón parado entre sus adversarios como quien pasea por el salón de su casa.

El correcalles aumentó según se sucedieron las jugadas. Kiessling remató al palo de cabeza, muy cómodo, pero Rubén Pardo, igual de cómodo, pudo empatar en un tiro picado. No había pausa. También Son saboreó el gol antes de mandar el balón fuera, igual que Griezmann en un cabezazo que sacó Leno y en un lanzamiento desde lejos. El Shakhtar cruzaba los dedos en Inglaterra para que los donostiarras empataran. Pero no pudo ser, pese a que la Real lo intentó y apeló al orgullo. Esta vez el que celebró sobre el césped de Anoeta fue el Leverkusen, que salió con vida de la ruleta rusa que a veces es la Champions. Esa misma que ya es historia en Donosti.

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